5 marzo 2012
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Sediento de mares inverosímiles
hurgo,
desde el microscopio de mis sueños,
el color de la ternura.
Examino el ruido del atardecer,
la garganta árida de la vigilia,
el despertar de una flor al amanecer.
Luego,
pienso lentamente en la sangre derramada,
y lloro,
lloro lentamente.
Mis sueños,
muy tristes,
aman la voz que cae desde la última
lágrima
ese color tan parecido a la ternura.